¡BIENVENIDO A NUESTRO SITIO!
|
![]() |
|
EL PRIMER BUCHITO
Una taza Café Cubano encierra siempre mucha historia y sabor: La historia de la semilla que, después de cruzar el océano, llegó hasta el Caribe empujada por un sinfín de aventuras, y encontró un enclave privilegiado donde florecer: La Isla de Cuba. El sabor de las grandes plantaciones cubanas del siglo XIX que han sido declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. La historia de la esclava y el caballero francés, cuyo amor puso nombre a la plantación más famosa de Cuba. El sabor de los "Cafés conversatorios" de Santiago, Trinidad y La Habana, donde se escuchaba a los artistas, narradores y poetas mientras se degustaba una taza de café. La historia de los hombres y mujeres que cultivan y benefician el grano y que, desde hace cientos de años, comienzan su jornada tomándose un "buchito" de café. El sabor de una Naturaleza única, donde la caoba, el cedro, la majagua, el búcaro y el piñón florido protegen con su sombra las plantas de café para que el grano madure con la medida exacta de sol. La historia de quienes seleccionan, clasifican y almacenan las cosechas en lugares donde el único perfume permitido es el aroma del café. El sabor de infinidad de recetas, como las del Café Criollo, el Daiquirí Coffee, el Mamá Inés o el Ogún Santero, que han dado innumerables matices a la degustación del Café Cubano. La historia que usted mismo puede vivir mientras saborea una taza de Café Cubano en cualquier lugar del mundo. En 1714, el gobierno francés recibio de los holandeses su primera planta de café, de la variedad typica. Pero tuvieron que transcurrir nueve años más y unas cuantas intrigas cortesanas hasta que Gabriel Mathieu de Clieu consiguiera una planta joven del jardin des Plantes de París y emprendiera con ella un azaroso viaje a América. Después de sufrir el acoso de los corsarios y sobrevivir a una temible tempestad, el barco de De Clieu quedó detenido en medio de las calmas ecuatoriales durante un mes, mientras el francés y su delicada acompañante compartían la escasa provisión de agua. Finalmente, llegaron a Martinica y allí el café prosperó. Gran parte de la provisión mundial de café deriva de esa única planta. En 1734, cuando los colonos franceses comenzaron a cultivar el café en Santo Domingo, el número de esclavos para explotar las plantaciones de Haití creció con peligrosa rapidez, factor que seria determinante en la historia del Café Cubano. José Antonio Gelabert introdujo en Cuba los primeros cafetos en 1748 e inició, su cultivo cerca de La Habana. Pero el verdadero auge llegó en la década de los noventa: Había estallado la revuelta de los esclavos en Haití, las plantaciones de café fueron arrasadas y sus propietarios asesinados. Algunos colonos franceses tuvieron suerte por partida doble: salieron vivos del trance y llegaron a Cuba. Allí los aguardaba una Naturaleza única con las mejores condiciones para la producción del café. Iniciaron su cultivo en los contrafuertes y zonas altas de la Sierra Maestra e introdujeron la práctica correcta del beneficio del grano. La tradicición cafetalera se extendió por toda la Isla y una rica cultura floreció en torno a la valiosa semilla. A principios del siglo XIX, Cuba se habia convertido en el primer productor mundial de café y el pueblo cubano se había enamorado definitivamente de su sabor. AMOR Y CAFÉ La Isabelica, ubicada en la comarca cafetalera de la Gran Piedra y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, fue construida aprincipios del siglo XIX por Constantin Rousseau. En aquel entonces la finca tenía una extensión de 1.700 caballerías y disponía de 30 esclavos, entre los que destacaba la hermosa María Isabel. El francés se enamoró locamente de la joven, la convirtió en su esposa y bautizó la plantación con el apelativo cariñoso de La Isabelica, nombre que ha permanecido hasta nuestros días y que ostenta también la Casa de Café con más tradición de Santiago de Cuba. En 1809, a raíz de los conflictos entre España y Francia, unos 6.000 franceses abandonaron la Isla. Fue el primer revés para la produción del café. Varias décadas más tarde, las guerras de independencia de 1868 y 1895 debilitaron aún más los preciosos cafetales. Sólo las provincias de Santiago de Cuba, Las Villas y Pinar del Río conservaron su vitalidad en el cultivo del café. Cuba tiene sabor de punta a punta: en la propia Naturaleza isleña, tierra mágica y fértil rodeada por el Mar Caribe; en la sabiduría y el respeto por la tradición de los trabajadores del campo; en la personalidad de sus pueblos y ciudades; en el cálido ambiente de sus cafés. Pero el sabor no se improvisa. Tras ese relámpago de emoción que produce una buena taza de Café Cubano hay una rica historia de sabores y de saberes, una mística indestructible entre la semilla que crece y la mano que la ampara. En las plantaciones de Cuba de cuida hasta la sombra del café. La sombra de los árboles que protegen las cerezas de un sol demasiado generoso. Cuando llega el tiempo de la cosecha, las mulas, engalanadas para la ocasión, transportan el grano hasta las despulpadoras y allí comienza un largo proceso lleno de rigor y cuidado que desemboca en el sabor definitivo. Un célebre viajero dijo una vez: "Todo lo que sabe bién, sabe mejor en Cuba". Seguramente lo dijo después de tomarse una taza de café. Los profesionales que se ocupan del Café Cubano constituyen una parte primordial de esa garantía, lavando el grano escrupulosamente, secándolo al sol por el método tradicional, seleccionándolo y clasificándolo bajo los más rigurosos criterios de calidad, almacenándolo con el mayor de los cuidados y dándole el tueste y molinado justos. Al fin, el café está listo después de un largo y delicado proceso en el que toda precaución es poca para que la calidad resultante sea excelsa. Ha llegado el momento de acercarse la taza a los labios y experimentar el aunténtico sabor cubano: Un sabor suave, hondo, puro y respetuoso; un sabor limpio y de máxima calidad. Entonces, el día comienza de nuevo. Seguro que tendrá un sabor especial. |
![]() |